lunes, 20 de junio de 2011

La historia de Daniel

Hace poco más de 8 años comenzó esta historia cuando salí embarazada de mi primer hijo, después de más de 5 años de matrimonio...era un embarazo muy deseado...

A veces las cosas no salen como uno las planea. Daniel nació prematuro con muchos problemas respiratorios, estuvo en cuidados intensivos por 21 días, durante los cuales solo lo podía ver a través de un vidrio y podía estar con el por media hora al día. El día en que salió del hospital comenzaron los problemas que aparentaban no tener solución.

Desde que Daniel llegó a casa fue un niño extraño, se comportaba diferente a los bebes que había conocido hasta ese momento. Lloraba mucho, dormía solo tres horas al día, tenía muchos problemas estomacales, se enfermaba mucho de las vias respiratorias, se lastimaba con mucha facilidad (autoagresión), cambiarlo era una tortura china para los dos y lo más extraño era que no hacía contacto con nadie, solo con su papá. No podía tocarlo, besarlo ni abrazarlo sin que llorara sin parar por horas. Cuando comenzo el nido regular todos los días tenía problemas, a veces era que no seguía la clase, otras veces porque le pegaba a algún compañero o a las profesoras, otras era porque cuando hacía contacto con una persona no la dejaba ni a sol ni a sombra. Lo querian tanto en este nido que le pasaban por alto tantos problemas...sin embargo, yo siempre decía que no era un niño como los demás, a lo que siempre obtenía la misma respuesta: el problema era la mamá...o sea yo...

Cuando Dani tenía casi 4 años por fin me armé de valor y voluntad y llegue a un diagnóstico...era autista de alto funcionamiento. Había sido difícil detectarlo porque su lenguaje era muy bueno, desde los dos años hablaba con fluidez, claro que su comunicación era extraña como casi todo con él.

Tenía sentimientos encontrados, por uno lado me confirmaban que mi hijo sí era diferente y podía hacer algo concreto por ayudarlo...una especie de alivio. Por otro lado mi corazón se llenó de pena, dolor, temor y desesperanza. El camino por recorrer se veía negro...era hora de buscar información, un neurólogo y un centro especializado en el que estuviera bien atendido de acuerdo a sus necesidades. Visitamos con mi esposo varios centros recomendados por el neurólogo, pero ninguno nos llenaba...

Gracias a uno de los ángeles que aparecieron a lo largo de este camino llegamos a un colegio especializado en niños como Daniel. Tuvimos nuestra primera reunión con la directora, conocimos las instalaciones...el colegio era Amanecer. A Daniel lo trataron con mucho cariño desde esa primera vez, a nosotros nos habló con tanta alegría la directora que a diferencia de los otros centros que habíamos visitado salimos contentos. Este centro nos lleno desde ese primer día que lo visitamos en mayo del 2007.

Lo que paso de ahí en adelante fue impactante para mí. En unos cuantos meses los cambios sutiles que tenía Daniel se hicieron mas obvios...YA PODIA TOCAR A MI HIJO SIN QUE EL LLORARA, LO ABRAZABA Y BESABA y me dejaba hacerlo! y lo más lindo fue que con el tiempo ya lo hacía espontáneamente, además de otros tantos cambios como poder cambiarlo sin torturarnos. Esos cambios se los debo a todo el equipo de SIEMPRE AMANECER, para mí son lo mejor que nos pudo suceder, son unas personas muy especiales, más ángeles aparecidos en nuestro camino...camino que se llenó de luz...

Hace poco alguien me dijo que en Miraflores hay un buen colegio regular en el que podía poner a Daniel, mi respuesta fue clara: DANI ESTA EN EL MEJOR COLEGIO REGULAR DE MIRAFLORES.

GRACIAS POR TODAS LAS OPORTUNIDADES BRINDADAS A TODAS LAS FAMILIAS QUE SOMOS PARTE DE SIEMPRE AMANECER.


Claudia Castro Matos
Mama de Daniel Barbis

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